lunes, 5 de noviembre de 2012

Así fue nuestro último día...

Todo estaba preparado, los helados, la cafetera, el sorbete de limón al cava para invitar a todos los que se acercasen a celebrar esta fiesta final, la leche caliente, las luces encendidas y la música comenzó a sonar por última vez... 
La lluvia calló generosa, el campo se empapaba de agua y nosotros de una extraña sensación de tristeza y añoranza. Los cliente comenzaron a llegar y me parecía increíble que estuviese poniendo el último empalagoso, el último café, el último chumichurri... Conscientes de que era el último día para todo, fueron muchos los que se acercaron a acompañarnos, aunque muchos fueron también los que por culpa del tiempo y otros menesteres no pudieron asistir, a pesar de eso, en mi mente todos estaban allí. 
Tomamos un cafecito compartiendo vivencias y así llegó la hora del cuentacuentos. Tan nervioso estaba que nada más empezar me quedé en blanco, era una situación especial, siempre quise contar un cuento en nuestra cafetería y hacerlo para la despedida y con toda la gente que allí había era cuando menos emocionante. 
Poco a poco me fui relajando, todos estaban muy atentos escuchando como medio pollito no paraba de echar agua por su culito para dar un escarmiento al rey, como un hombre pidió a su hada madrina que le creciese una salchicha en la nariz a su mujer y como el gato tragón se comía a todo aquel que le preguntaba que porqué estaba tan gordo. Tan disparatadas situaciones provocaron la risa de los asistentes que pasmados escuchaban historias tan divertidas como ocurrentes. 
Entre todos contamos el tan esperado cuento de "El gato tragón", los niños participaron encantados haciendo recuento de todo lo que el gato se comía y los mayores se comportaron como niños cuando al unísono todos gritabamos: "...y ahora que estoy aquí te voy a comer a tí: aammm¡¡¡". La historia de este cuento popular danés fue un broche de oro para esta experiencia inolvidable.
El final estaba cerca, pedí a todos los asistentes que me ayudasen a despedirnos de la cafetería diciendo entre todos "y colorín colarado este cuento se ha acabado". 
Niños, jovenes y mayores gritamos emocionados las palabras mágicas y al decirlas las luces de la cafetería se apagaron. A mas de uno se nos empañaron los ojos, sabíamos que todo había terminado. Miramos a nuestro alrededor para quedarnos con una última imagen en la retina y comentamos entre todos lo que este lugar ha supuesto para los valdepeñeros. A pesar del frío que hacía en el exterior, el calor de la gente empañó mi corazón como se empañaron las ventanas y tras unas lagrimillas, Silvia y yo nos pusimos a desmontarlo todo pensando ya en los nuevos proyectos.

 Ahora "Saboreate" es nuestro objetivo, Mª José  y yo hemos creado un proyecto nuevo con una misma filosofía, hacer la vida un poquito más feliz a la gente a través del disfrute de los pequeños placeres... De alguna manera, esta historia continua...